La ruta más brava: Trashumancia desde Jaén hasta la Sierra de Albarracín

Desde los tiempos de la Mesta, en la Edad Media, vaqueros españoles han conducido reses bravas por las cañadas de la trashumancia. Esta tradición secular sigue viva en la ruta más brava de España, que va desde la Sierra Morena, en Jaén hasta los Montes Universales de Teruel.

A caballo y a pie, estos vaqueros recorren casi 400 kilómetros en un viaje que dura cerca de un mes, atravesando la serranía de Cuenca, La Mancha y Albacete.

Alicia Chico fue una figura emblemática de esta ruta. Nacida y criada entre reses bravas, Alicia heredó la tradición familiar de la trashumancia. Su familia llevaba más de cien años en este oficio, desde los tiempos de su bisabuelo. Alicia afirmaba con orgullo: "Yo vendo bravura". Cada junio, su ganado parte de Vilches, en Jaén hacia la Sierra de Albarracín. Este viaje transcurre por la cañada Conquense, la vereda de los Serranos, y otros históricos caminos trashumantes.

Alicia, informática de profesión, decidió continuar con el negocio familiar tras la muerte de su padre en 2009. Se convirtió en la única mujer que practicaba la trashumancia de reses bravas en España. “Es un mundo de hombres, pero supe ponerme en mi sitio y ganarme su respeto”, solía decir.

Un millar de reses bravas caminan por La Mancha, encabezadas por diez bueyes cabestros. El mayoral, junto con vaqueros, dirigen el rebaño. Estos hombres, que dormían al raso y cuidaban del ganado, conocían cada tramo de la ruta como la palma de su mano. Durante el viaje, los vaqueros enfrentan diversos desafíos. Desde la subida de precios del pienso y la alfalfa, hasta la necesidad de mantener el ganado unido y seguro en paisajes solitarios y bellos. Las noches se pasan bajo cielos estrellados, siempre vigilantes, asegurando que ningún animal se perdiera.

En la ruta, cuentan con la ayuda de amigos y aficionados que se unen para ver el espectacular paso del ganado. En cada parada, cuentan las reses para asegurarse de que ninguna falta. Este trabajo es duro y requiere dedicación absoluta, pero los vaqueros lo hacían con pasión y conocimiento. Alicia Chico, aunque joven, había visto muchas dificultades en el mundo de la res brava. Sin embargo, quiso mantener la tradición por amor propio y en memoria de sus antepasados. Su fallecimiento ha dejado un vacío, pero su legado vive en cada paso de la trashumancia. Mientras el ganado avanza hacia los pastos de la Sierra de Albarracín, el espíritu de Alicia guía el camino.

La trashumancia es más que un simple traslado de ganado; es un legado cultural y económico que el equipo de Alicia mantiene vivo. Hoy, recorren la ruta más brava de España, en un viaje que combina historia, naturaleza y tradición, recordando siempre a la mujer que lideró esta travesía con valentía y dedicación.